sábado, 8 de marzo de 2014


Mtro. Jesús de Santos García

Crisis de la familia actual: Edipo mal resuelto.

El Edipo: la Metáfora Paterna. La metáfora es la figura retórica que consiste en la sustitución de un significante por otro lográndose un nuevo significado y una nueva significación.
Se puede observar como en las defensas del yo, se produce la sustitución metafórica: en la formación reactiva el impulso molesto se metaforiza por el significante contrario como, pudor, altruismo, escrupulosidad limpieza.., etc. En la sociedad podemos observar como muchos sujetos cambian un deseo por su contrario, puede ser odio por amor, esto se da cuando en vez de golpear a un niño travieso molesto se le proporciona un dulce y un cariño, así observaremos que el inconsciente está metaforizando en cada momento, esto justifica la aseveración de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje.
El proceso de la metáfora paterna lo podemos tomar como la justificación de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje.
Antes de abordar la metáfora paterna, se deben de hacer algunas observaciones con respecto al objeto alrededor del cual, justamente gravita esta metáfora del Nombre del Padre: el objeto fálico.
El falo es uno de los conceptos que son maltratados e incomprendidos, en muchos comentarios aun entre psicoanalistas se sigue mencionando como el órgano sexual masculino. Es importante mencionar que el objeto fálico constituye la piedra angular de la problemática edípica y de la castración, al centrar Lacan su principio en torno a la dimensión de la metáfora paterna.
Los hijos de las familias actuales, donde fue deficiente la función paterna, exigen las gratificaciones que recibieron en la primera infancia y no ven que haya motivos porque renunciar a ellas, y se comportan como si tuvieran todo el derecho de exigir la satisfacción de sus deseos, son unos tiranos y los padres simplemente no pueden satisfacer sus demandas y esto les acarrea frustraciones.
Presentan un patrón general de grandiosidad y necesidad de admiración. Tienen un grandioso sentido de autoimportancia, exageran sus logros y capacidades y esperan ser reconocidos cualesquiera que sean sus logros. Se creen especiales y únicos, y solo se relacionan con otras personas o instituciones que consideran de alto nivel a los cuales les atribuyen perfección o talento.
En la familia patriarcal la niña envidia el pene y manifiesta el deseo de ser varón. Esto sucede en la familia patriarcal en la cual el hombre es el que tiene las oportunidades de desarrollo, el varón asistía a las universidades, practicaba deportes, tenía acceso a los puestos de administración y la mujer se destinaba a las labores del hogar y al cuidado de los hijos.
Con el advenimiento de la mujer a las universidades y a los puestos de poder y con la capacidad de mantener a los hijos sin el concurso del hombre, muchos infantes observan y escuchan que los hombres son inútiles, flojos, poco creativos y que no son capaces de realizar los trabajos de la casa y cuidar de los hijos.

Ante esta situación los niños crecen con una idea que la mujer tiene mayor capacidad para afrontar los retos de la vida y el hombre es degradado siendo la mujer el ejemplo a seguir. La niña ya no desea ser un varón, los considera inútiles, poco creativos e incapaces de satisfacer sus necesidades y crece la tendencia a unirse a otra mujer, así se manifiesta otra faceta de la crisis de la familia. El varón desde la infancia se siente “menospreciado” y llega a manifestar el deseo de ser mujer: cambio radical producto de la familia actual, esto es el reverso de lo que Freud descubrió y relató en sus tres ensayos de una teoría sexual.

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